· 

COMO TRANSFORMAR LAS CREENCIAS IRRACIONALES

Todos en algún momento hemos tenido creencias irracionales, y en más de uno, nos hemos dejado llevar por ellas. Las creencias irracionales son todos aquellos pensamientos que más que basarse en situaciones reales, se basan en nuestros miedos y nos llevan a creer en cosas que no son reales, generándonos malestar.

Precisamente por todo este malestar que nos pueden generar, es importante que aprendamos a transformar estas creencias, y por tanto que no actuemos desde donde nos lleva nuestro miedo.

 

Para poder actuar ante las creencias irracionales, la técnica más usada es el cuestionamiento. Dejar de aceptar la creencia como tal y ponerla a prueba.

 

Para poder hacer este ejercicio, al principio nos puede ir bien escribirlo o decirlo en voz alta, este paso ya ayuda mucho a que detectemos algunos pensamientos como irracionales.

 

Aun así, aunque sepamos que lo son, eso no hace que dejen de hacernos daño y generarnos malestar, por lo que igualmente va bien que empecemos a cuestionarlos.

 

Para ello, podemos encontrar una serie de filtros, o preguntas estándar, que nos pueden ayudar ante diferentes creencias.

 

Por ejemplo, una persona tiene la creencia que “Nadie me ha querido nunca”.

 

En un primer lugar, nos preguntaríamos si hay alguna base real de este pensamiento. Es decir, ver si podemos encontrar alguna evidencia que haya desencadenado este malestar. Para ello, podemos hacernos preguntas como:

 

¿Es un hecho probado? ¿Puede existir otra explicación más realista? ¿En qué pruebas exactamente me baso?

 

Cogiendo la creencia irracional concreta. ¿Puedo demostrar que nunca nadie me ha querido? Es posible que esté pasando un momento que me haga sentirme así, pero puedo pensar en todas las personas y seres vivos que he conocido y con las que me he relacionado a lo largo de mi vida, y comprobar las diferentes formas de afecto que he recibido. ¿Podría sentir que nadie me quiere si nunca me hubiera querido nadie?

 

Con estas preguntas esta persona se puede dar cuenta que no es cierto que nunca le haya querido nadie, pero también puede detectar que esta creencia le ha venido por un hecho concreto. Por ejemplo, ha tenido una cita con alguien que le gustaba y no ha ido bien, y eso la ha llevado a creer que nadie la quiere.

 

Aunque esté basándose en una situación real, podemos ahondar aún más en cuales son realmente los efectos de esa situación y cuales son los que está generando el miedo. Para ello, podemos preguntarnos:

 

¿Me ha pasado esto alguna vez en el pasado, que consecuencias reales ha tenido? ¿Hay otras personas a quienes le ha ocurrido, cómo lo han vivido? ¿Cuál es realmente la magnitud de las consecuencias de este hecho? ¿Este hecho en concreto, a qué áreas de mi vida podría afectar y a cuáles no? ¿Puedo encontrarme bien, aunque haya pasado esto?   

 

Ante estas preguntas, la persona se dará cuenta que sí, hay otras personas que han tenido malas citas, o que han recibido rechazos, y que luego han tenido otras relaciones o han sido felices de otras maneras. Ver que el rechazo puede afectar a la propia autoestima y quizás a la forma de afrontar otras posibles relaciones románticas, pero que sus otras relaciones, su trabajo, sus aficiones, etc. siguen intactas. Una mala cita no es el fin del mundo, y que esa persona concreta, en este momento, no quiera establecer una relación, no implica ninguna otra consecuencia real más que esa.

 

Aún después de esto, con algunas creencias irracionales aún podemos seguir sintiéndonos muy atrapados. Porque algunas si que se basan en evidencias, y realmente tienen un impacto material en nuestra vida. Pero igualmente podemos cuestionarlas para amortiguar el malestar que nos generan.

 

A veces, nos tenemos que cuestionar la utilidad misma de creer según que cosas. Por ejemplo:

¿Pensar esto me ayudará a solucionar mis problemas? ¿Esto me hace sentir bien? ¿Qué consecuencias tiene para mí que piense esto?

 

Siguiendo con esa creencia, si ahora se ha modificado a “Si esta persona no me quiere, es que nadie más me va a querer en un futuro”. Podemos preguntar qué tanto ayuda pensar esto para seguir adelante. ¿Cómo podrá afrontar otras citas, si quiere tenerlas, si sigue alimentando esta creencia? ¿Cómo estará mi autoestima si me considero alguien incapaz de ser querido? ¿Cómo me afectará en mi forma de relacionarme?

 

Estas preguntas y muchas otras, nos ayudarán a cuestionar las creencias irracionales. Y una vez puestas en duda, a transformarlas en creencias que no nos generen tanto malestar.

Hay creencias que nos será más fácil desmontar que otras, hay algunas que habremos desmontado y al tiempo nos volverán a saltar, y hay otras que quizás no pasan ni un segundo dentro de nuestra cabeza. Es importante ponerlas en duda y encontrar las preguntas o herramientas que nos ayuden a que dejen de guiar nuestro día a día.

 

Conozcamos nuestros miedos, pero no dejemos que dicten nuestra forma de ver el mundo y lo que hacemos en él.