· 

HERIDAS ESCONDIDAS

Me cuesta mucho compartir mis emociones con la gente que quiero. Me cuesta expresar como me siento, porque quiero protegerlos y evitar que sufran. Por ese motivo vine a constelar, porque me gustaría poder comunicarme de manera más fácil.

Desde pequeña que me siento así, pero hace unos años que se ha agravado, ya que pasé varios problemas de salud y ahí noté que todavía menos compartía como me sentía o si me encontraba mal. Al principio de la constelación me sentía irritable, con algo que me frenaba. Ese freno, por lo contrario, se encontraba estable, no paraba de dar vueltas.

Entonces apareció mi madre, y con ella, me sentí pequeña. La relación con mi madre es buena, pero al preguntarme por mi infancia, expliqué que mis padres se divorciaron cuando era pequeña y que fue una ruptura muy dolorosa para mí y, sobre todo, para mi madre. Vi como mi madre no me miraba, no me sentía cerca.

Ahí empecé a darme cuenta de que yo la vi sufrir mucho, y que yo por dentro también sufría, pero no le explicaba. No supe gestionar su dolor, ni tampoco el mío, así que me marché.

Gracias a la constelación, vi como en realidad no era su dolor el que me apartó, sino el mío. Era pequeña y no tenía herramientas para gestionarlo. Pero ahora lo veo, veo que cuando vi tan mal a mi madre, no supe cargar con mi dolor y lo escondí. Una parte de mí se quedó congelada y lo gestioné como pude. Esa carga con el tiempo se ha transformado en un problema a la hora de tratar las emociones.

Le dije a mi madre que lo sentía, que veo su dolor y que voy a aprender a gestionar las emociones. Acabé pudiéndola abrazar, descubriendo el origen de mi falta de comunicación. Ahora que lo sé, puedo escuchar a mi niña pequeña y gestionarlo con las herramientas que ahora sí tengo.